El proyecto pretende, a partir de la concatenación de dos patios a distinta altura y distinta naturaleza, acompañar el proceso pedagógico mediante de la contraposición de las diferentes características de cada uno. El primer patio, a cota con la escuela infantil, encierra en su interior un fragmento de la topografía existente y la transforma en un paisaje abstracto; una naturaleza muerta en relación con el paisaje urbano que nos circunda al tiempo que orienta la mirada hacia el monte que asoma al fondo. Con origen en este primer patio, una rampa oradada conduce al segundo: una delimitación de naturaleza cruda, sin matizar y simplemente acotada por un perímetro permeable. De este modo el niño es capaz de vivir la sección, la topografía del borde del barrio y asomarse desde el mundo urbano –primer patio– al bosque –segundo patio.
El resultado es un proyecto zócalo que saca provecho de la topografía existente no sólo conteniéndola sino, también, convirtiéndola en elemento indisociable del mismo.
El acceso a este zócalo se produce a través del lateral noroeste como medio para conservar y potenciar la conexión del barrio con la naturaleza del monte, al tiempo que dota de sentido al espacio verde que remata la avenida (evitando, así, su abandono como espacio residual). Dicho acceso principal, se formaliza como un volumen tallado que interrumpe lo que, por lo demás, consiste en una fachada permeable de doble piel que permite ser recorrida desde el interior a modo de galería perimetral y constituye un filtro visual con el exterior.