LA HABITACIÓN DE ENTRAR

UBICACIÓN:
Avenida de Sancho el Fuerte 29,
Pamplona (Navarra)

CLIENTE:
Copropietarios
Avenida Sancho el Fuerte 29 

SUP.:
40,30m2

ARQUITECTOS:
Los Arcos Gaztelu
Ignacio Olite

COLABORADORES:
Javier Ugarte Albizu
Alvaro de Pascual Orradre

CONSTRUCTORA:
Cota S.L.

CARPINTERÍA:
Decona

2019

CONTEXTO

Nos pidieron mejorar el acceso a este edificio de viviendas de los años 70.

En su estado previo, el portal (y el edificio) era ejemplo digno de la arquitectura residencial de su tiempo: pequeño zaguán exterior flanqueado por jardineras de piedra caliza blanca, la que llaman Capri, iluminadas cenitalmente desde voluminosos prismas simétricos de idéntico material; carpinterías de madera chapeadas en sapelly; suelo y techo se replican en simetría de plano horizontal, en un juego de campos de cerámica de color marrón ordenados por bandas blancas de mármol en el suelo, y casetonado de escayola pintada en esos tonos en el techo. Todo el conjunto evocaba un cierto brutalismo.

En el encargo residían a la vez la necesidad de adecuar la entrada a la normativa de accesibilidad y el deseo de re-significar ese espacio al que sucesivas reformas a lo largo de los años habían acabado por despojar de toda calidez.

 

ESTRATEGIA Y CONDICIONANTES

Las rasantes topográficas de la calle, más favorables para la accesibilidad en el lado izquierdo del frente del edificio, y la ubicación reciente de la acometida del gas en el volumen inferior de la jardinera derecha (intocable), condicionan una nueva axialidad del espacio, en el que el acceso ya no puede ocupar una posición central y simétrica y, por lo tanto, obligan a una asimetría que aporta tensión y diafanidad al vestíbulo interior.

Este hecho, en lo formal, impone desarrollar una estrategia organizativa, compositiva y de materialidad que sea capaz de integrar algunos elementos y revestimientos existentes para hacerlos armonizar con la nueva arquitectura propuesta.

Por otra parte, intervenir en un ámbito de 40 m2 con un presupuesto ajustado obliga a la síntesis y exige marcar con precisión los límites de la intervención y encontrar el detalle arquitectónico que suture la necesaria convivencia con lo anterior.

LA HABITACIÓN DE ENTRAR

El proyecto construye lo construido y opta por re-significar la ‘habitación de entrar’. El proyecto se hace realidad física en un umbral de materialidad cambiante que avanza el carácter doméstico en su encuentro con la calle. Enlaza lo nuevo y lo viejo, y resuelve las disfuncionalidades de accesibilidad y de significación del espacio mediante una caja-prótesis que refuerza el vínculo del espacio urbano con el espacio doméstico.

El zaguán exterior, de materialidad urbana y escala doméstica, se construye como un umbral metálico de perfiles de aluminio machihembrados con acabado en diente de sierra que transforma el espacio exterior del portal en un lugar a resguardo, vibrante, luminoso y poco vandalizable, y que tiene continuidad en el vestíbulo interior, una habitación domesticada mediante el uso de la madera de Iroko, cuya textura replica con exactitud el perfil en diente de sierra del aluminio exterior.

En medio, un vidrio diagonal de grandes dimensiones alumbra una nueva relación con lo urbano. Baña de luz natural el espacio a la vez que formula una geometría que, al exterior, recoge con sencillez el acuerdo de superficies entre el nivel del pavimento de la calle y el del edificio, y permite que lo doméstico se asome a la calle con sus dos apliques redondos, ojos que iluminan ambas estancias a la vez, zaguán y vestíbulo. La puerta, tema de fondo de la intervención, reconoce su condición de límite entre dos mundos y lo expresa en su revestimiento de aluminio en su cara de fuera, mientras que en el interior, un plano de acero inoxidable súper pulido construye una “no puerta” que, lejos de avanzar el encuentro con la calle, devuelve al habitante un último y narcisista reflejo antes de que éste se adentre en la ciudad.